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domingo, 30 de septiembre de 2012

Cita de Arcadi Espada


"Todo el programa moral de la Humanidad está basado en que el hombre puede elegir sus actos. Y que cuando no puede es un enfermo. Pero la ciencia está impugnándolo: el tipo de biografía que dibuja el futuro es la de un hombre cuyos actos no pudieron ser distintos de lo que fueron. Pero eso no supone, desde luego, la eliminación del castigo: únicamente lo desplaza desde la esfera moral a la práctica"
                                             
                                                                             
                                                                    Arcadi Espada

sábado, 8 de septiembre de 2012

CARY GRANT

Su verdadero nombre era Archibald Alexander Leach, y nació en Bristol ( Inglaterra) en 1904 en el seno de una familia muy humilde. Tuvo una infancia infeliz y tras un episodio un tanto confuso en el vestuario de las chicas fue expulsado del colegio a los 14 años.
Además, el ingreso de su madre en un psiquiátrico acaba desestabilizando al joven Archibald hasta que se  incorpora a una compañía de teatro que le lleva a Estados Unidos. Allí es donde comienza a utilizar el nombre de Cary Grant, y se nacionaliza estadounidense.
A principios de la década de los treinta realiza papeles secundarios en el cine hasta que la volcánica Mae West impulsa su carrera (cuando lo vio paseando por los estudios dijó “ Si sabe hablar, me lo quedo”). Mae lo convierte en la perfecta diana de su afilada lengua en  Lady Lou y No soy ningún ángel dejando para la posteridad algunas de las frases más pícaras  que ha dejado el cine. Posteriormente rueda con George Cukor La gran aventura de Silvia junto a Kate Hepburn, que consigue convencer al mundo de Hollywood, y La pícara puritana, gran comedia de Leo McCarey . La lista de películas que hizo a continuación constituye una de las mejores filmografías de la historia del cine. Como muestra, éstos son algunos de sus títulos:

La fiera de mi niña (1939) de Howard Hawks, Vivir para gozar (1939) de Cukor, Gunga Din (1939) de George Stevens, "Sólo los ángeles tienen alas" (1939) , y Luna nueva (1940) las dos de nuevo con Hawks, Historias de Filadelfia (1940) de Cukor, Serenata nostálgica (1941) de George Stevens . En 1941 se produjo su primera colaboración con Alfred Hitchcock, Sospecha (1941) con una espléndida  Joan Fontaine. Posteriormente, Arsénico por compasión" (1944), obra maestra del humor negro dirigida por Frank Capra, Encadenados (1946), imprescindible film de Hitchcock cargado de romanticismo y de suspense en el que compartía cartel con Ingrid Bergman y Claude Rains. Atrapa a un ladrón (1955) de Hitchcock,con Grace Kelly de co-protagonista. Orgullo y Pasión (1957) de S. Kramer, con una espléndida Sophia Loren de la cual se enamoró perdidamente, Tú y yo (1957) de Leo McCarey, la famosa Con la muerte en los talones" (1959), nueva  obra maestra dirigida por Alfred Hitchcock.
La lista sigue con la magnífica Charada (1963) de Donnen en la que pudo, por fin, coincidir con la deliciosa Audrey Hepburn como pareja. Junto a ellos, un excelente plantel de secundarios y un guión plagado de frases memorables contribuyeron a hacer de este film una autentica joya cinematográfica.
Operación Whisky (1964)de Ralph Nelson .
Tras "Apartamento para tres" (1966), film dirigido por Charles Walters, Cary tomó la decisión de abandonar definitivamente el cine. Tres años después la Academia le galardonaría con un Oscar honorífico por su extraordinaria carrera.

No tienen más que mirar los títulos en los que este largirucho actor ha aparecido como actor principal para darse cuenta de que estamos ante uno de los actores más populares de su época. En ellos lució su atractivo físico, su elegancia, su encanto, su agudeza e incluso su espalda sin haber aprendido nada de ello en escuela alguna.

Muerte

"Pero morir e ir no sabemos adónde;
yacer en frías cavidades y quedar ahí para pudrirse"

William ShakespeareMedida por medida.



La muerte es una estrategia evolutiva que apareció justamente al inventarse el sexo. No se trata de renovarse o morir sino de morir para renovarse. La materia viva encontró en el sexo y la muerte un impulso evolutivo de extraordinario éxito y diseñó diversas estrategias para su objetivo. Muchos animales utilizan una estrategia reproductiva que consiste en dejar una gran cantidad de descendientes sin preocuparse mucho de la longevidad de cada uno. Es típica de organismos pequeños donde la cantidad prevalece sobre la calidad. Una mosca vive unos pocos días, crea una gran cantidad de descendientes y luego se puede morir tranquilamente.
En cambio, otros animales, y principalmente los humanos, lo hacemos de forma contraria. Dejamos muy pocos descendientes, pero en cambio, procuramos gran cantidad de recursos para mejorar las probabilidades de supervivencia de cada uno. Cada organismo utiliza mucha energía para su mantenimiento pero en cambio produce menos descendientes. La lucha contra el tiempo, en los humanos, se vuelve consciente y obsesiva. Se pretende dejar descendencia, o huella, pero se intenta prolongar al máximo la vida, alejar el momento de la despedida. La búsqueda de la inmortalidad puede que sea tan antigua como el mismo ser humano. Incluso es más que probable que también los neandertales tuvieran esta preocupación por escapar de la muerte, por esto ya enterraban a sus muertos y los intentaban proteger con diversos objetos que pudieran tener algún efecto en el misterioso viaje.

El miedo a la muerte, la conciencia de saberse limitado en el tiempo, es una característica exclusiva de nuestra especie. Supone el principal foco de angustia en los seres humanos, llenando de infelicidad  al que la siente cercana. Pocas cosas merecen más la pena que seguir vivos, y ante el vértigo de la muerte, el hombre ha ideado todo tipo de artimañas que lo protejan y le den consuelo. Vidas eternas, reencarnaciones, cremas, cirugías, glorias artísticas... Pero no todos quedan convencidos y de ahí la sentencia de Woody Allen: “Yo no quiero ser inmortal a través de mis obras; quiero ser inmortal a través de no morirme”. En nuestros cromosomas llevamos grabados una orden inquebrantable: mantener nuestro organismo en un nivel óptimo para mantenerse en el tiempo. Mientras tanto, una de las principales ocupaciones y preocupaciones será la búsqueda incansable de parejas con las que compartir tiempo y genes. Es aquí donde invertimos la mayor parte de nuestros esfuerzos y nuestras ambiciones. Está aquí la fuente de nuestras frustraciones y nuestros entusiasmos.

La selección sexual darwiniana, es decir, la pertinaz lucha por encontrar la mejor pareja para intercambiar fragmentos de ADN, supone la principal preocupación vital y ahí se encuentran muchas de las claves de nuestras pasiones y nuestros conflictos. Y posiblemente una vana ilusión de no sucumbir del todo a la implacable muerte.