Buscar este blog

jueves, 26 de diciembre de 2013

LA DUDA DE DARWIN




No hay miedo más profundo y frio que el que siente un padre ante una grave enfermedad de su hija. Ni vacío más desolador que el que deja su muerte. Estas son las circunstancias que rodearon a  Charles Darwin durante buena parte del proceso de gestación de su obra “El origen de las especies”. Éste es el núcleo central de la novela “ La caja de Annie ”que Randal Keynes, tataranieto del propio Darwin, publicó hace unos años motivado por el encuentro de una pequeña caja de la niña que contenía cuadernos de notas y cartas de  Charles y que heredó de sus antepasados. Posteriormente, el propio Randal participó en el guión de la película “ La duda de Darwin ” (Creation, 2009) que dirigió el británico Jon Amiel.
La película, no estrenada en las salas comerciales de España, está impecablemente interpretada por Paul Bettany y Jennifer Connelly, matrimonio en la pantalla y en la vida real, junto a la adorable niña Martha West, que hace el papel de Annie, la desafortunada hija mayor del matrimonio que falleció con 10 años de edad. Cuenta además con una banda sonora excelente de Chistopher Young y una cuidada producción en la que participa la BBC.
El film no es una biografía del famoso naturalista y deja al margen aspectos importantes como su conocido viaje a bordo del Beagle, o la repercusión social que tuvo la publicación de su libro; se centra en la dramática relación con su hija y como influyó en sus ideas sobre la naturaleza de la vida. Rodeado de un ambiente cristiano, le costará conciliar su  dolorosa experiencia con la idea de un dios generoso que permite la crueldad y la implacable lucha por la existencia que observa en la realidad. Sus dudas sobre el creacionismo y la interpretación literal de las Escrituras le acarrearán conflictos en su interior y en su entorno social. ¿Estamos ante un plan divino que explica el destino de los seres vivos, o lo importante es una cuestión de supervivencia y de selección natural? Son las dudas que consigue vencer el naturalista inglés para proponer la teoría más revolucionaria de la historia del pensamiento.
Darwin desconocía los mecanismos de  la herencia, precisamente uno de sus quebraderos de cabeza, y se sentía culpable de que Annie heredara su delicada  salud, aunque parece que la niña murió de tuberculosis, mientras él padecía una misteriosa enfermedad que en la actualidad algunos atribuyen a una infección contagiada en Sudamérica en su famoso viaje con el Beagle.
Sus dudas, sus entusiasmos, su mala salud, la fuerza de sus afectos y de su dolor van fluyendo a lo largo de una narración repleta de flash backs que intentan entender la complejidad de una de las mentes más influyentes de la historia de la ciencia. Sus ideas tuvieron repercusión mucho más allá del campo de la biología y resultan fundamentales para poder comprender la naturaleza humana. Por esto, y sin parecerme una película redonda, creo que es muy oportuno recomendar esta interesante y desconocida película.

domingo, 1 de diciembre de 2013

EL WESTERN.


Yo crecí jugando con dólares, pistolas y flechas. Desde mi más tierna infancia, y por motivos de trabajo de mi familia paterna, asistí con mucha frecuencia a una sala de cine donde se proyectaban sesiones dobles donde predominaban las películas de “vaqueros”. Un tío mío solía decir que las películas de vaqueros eran siempre entretenidas;  igual tenía razón, o quizá, eran otros tiempos.

La mayoría eran spaguetti westerns rodados en la polvorienta Almería donde salían malvados muy canallas que pretendían secuestrar a la bella protagonista o adueñarse de todo un pueblo liándose a tiros con quien se cruzaba por delante. Por misteriosos y lejanos rincones de mi memoria aparece una de las primeras películas que recuerdo, con un tipo muy cínico llamado Monedero; consultando  la web he recuperado el suculento  título: “Voy, le mato y vuelvo”, de Enzo Casteglari. Puede que la mayoría sean olvidables, pero entre ellas se encontraba también la apreciable trilogía de Sergio Leone El bueno el feo y el malo, Por un puñado de dólares,  o La muerte tenía un precio, todas con la impagable música de Ennio Morricone, y con la presencia de un tipo duro de rostro inquebrantable que masticaba un purito y disparaba sin temblar jamás; se llamaba Clint Eastwood y era el favorito de mi padre.


Posteriormente conocí los principales títulos del western americano que constituyen - eso dicen- junto al jazz, las principales aportaciones de los Estados Unidos a la cultura occidental.

Pueblos sin ley,  caballos al galope, pistoleros, sheriffs, colonos, indios, soldados del séptimo de caballería, alambradas, recompensas, el saloon y sus chicas... Toda una iconografía que sirve para contar historias de supervivencia en entornos hostiles y desarrolladas en enormes espacios abiertos o en polvorientos pueblos buscando la llegada de la civilización.

Entre los títulos míticos están los de John Ford: El hombre que mato a Liberty Valance, Centauros del desierto (considerada por los críticos como uno de los mejores films de la historia), Fort Apache, entre otras películas del séptimo de caballería; los míticos títulos  de Anthony Mann, de Bud Boetticher, en fin, la lista sería demasiado larga.

A mí me gusta especialmente la cinta sobre el juez Roy Bean El forastero, (inolvidable Walter Brenan) de William Wyler, o El pistolero de Henry King con un sobrio Gregory Peck. También el conocido Johnny Guitar, con diálogos excelentes, donde la  dura Joanne Crawford regenta un local con muchas dificultades, o el gran clásico Raíces profundas, tierno y soberbio como pocos.

En otro estilo recomendaría el sobrecogedor Pat Garrett y Billy the Kid(1973) de Sam Peckimpah con la profunda canción de Bob Dylan “tocando a las puertas del cielo” y que nos contaba una de las historias más míticas y legendarias del Oeste.

Me voy a permitir comentar un western menos conocido: Juntos hasta la muerte (Colorado Territory), rodado en 1949 por el maestro del género de aventuras Raoul Walsh.
 

Basándose en una novela de Burnett que el propio Walsh ya adaptó anteriormente en un magnífico film negro, El último refugio, realiza un film austero, rotundo y salvajemente romántico. 
Joel McCrea es un preso solitario al que ayudan a escapar para que realice un último golpe. Cruza toda clase de fatalidades intentando redimirse junto a una bellísima chica de oscuro pasado (Virginia Mayo) con la que tendrá una intensa y apasionada relación. El espectador asiste sin pestañear a una historia de amor y muerte en pueblos abandonados en mitad de un desierto y con un final que inspirará a muchas obras posteriores como Duelo al sol de King Vidor (otro grandioso western) o el maravilloso film negro de serie B El demonio y las armas.
 

Buena parte de la iconografía del western está contenida en los 90 minutos que dura esta joya del género. Puñetazos, tiros, traiciones, asaltos a trenes, la fatalidad del destino impregnada en el Cañón de la Muerte del río Colorado y en el rostro de los protagonistas. Pueblos erosionados por el tiempo, paisajes y personajes con carácter fúnebre que nos recordará al magistral Sin perdón de Clint Eastwood, sin duda uno de los principales nombres de la historia del western, y del cine.

domingo, 24 de noviembre de 2013

HUELLA



Hace más de 35.000 años, un hombre entra en una cueva y escupe un pigmento rojo sobre su mano apoyada sobre la pared. Puede que fuera la primera manifestación artística. Puede que incluso fuera un neandertal el primero en dibujar el perfil de su mano con una intención cargada de simbolismo. Dejar huella es dejar constancia de tu existencia, de tu paso por una cueva o por este mundo. En una casa abandonada, en un árbol, en un retrete, en la cima de una montaña o en la Luna, el hombre ha querido manifestar su sentimiento de conquista simplemente indicando que estuvo allí; gritando la conquista de un pequeño territorio. Puede que también sea este el motivo más o menos oculto que explica la existencia de algunos blogs como éste.

Puesto que no hay muchas probabilidades de que mis escritos me otorguen beneficios económicos o de cualquier otro tipo, ¿qué me mueve a invertir mi tiempo en estas páginas? Puede que no sea muy distinto a aquel primitivo anhelo de manchar la pared de una cueva: reafirmarme al gritar que yo también estuve aquí. Que el viento no se lleve mi memoria, y confiar en que en algún momento alguien sepa valorar realmente esta débil huella. Siempre cabe la esperanza de que alguien pase por aquí y la rescate del olvido.


miércoles, 9 de octubre de 2013

FUGACIDAD


Un meteorito cruza el espacio y arde un instante antes de esconderse definitivamente  en la oscuridad del cosmos.

Mientras observo a mis hijos intento atrapar algunos de los recuerdos más lejanos de mi memoria  y me aparecen asociados con la serena figura de mi padre. Ahí están  aquel olor a césped mojado del campo de fútbol que se confundía con el procedente de la fábrica de calzados vecina. Mis primeros contactos con la inmensidad del mar desde sus brazos. Aquellos viajes sentado a su lado en un autobús en el que ya soñaba en silencio y en soledad mientras el frio cristal de la ventana golpeteaba mi cabeza. Intento rescatar el recuerdo de mi padre en cada inmersión al centro de mi memoria. Ahí dentro están sus juegos y sus bromas, sus besos, su lealtad y su generosidad infinita.

Desde entonces, todas las pasiones y todos los miedos se han ido amontonando alrededor de aquel niño inocente que ahora todavía puedo recordar.  Sobre ese núcleo feliz se fueron  forjando una nube de ilusiones que conformaron mi identidad, que resiste como puede el paso de las décadas. Ilusiones rotas, amores erosionados, sueños fracasados, aventuras frustradas, todo se ha ido comprimiendo en mi cerebro junto a nuevas ilusiones y nuevos proyectos más serenos. Vuelvo a mirar a mis hijos  y pienso en lo que puedo hacer por ellos. Vuelvo a pensar en mi padre con enorme admiración.

Pero todos los recuerdos que forman mi conciencia desaparecerán algún día, y desde una perspectiva cósmica mi memoria será como el breve brillo de un meteorito que arde de manera fugaz en algún lugar del cielo para luego desaparecer en la inmensidad del Tiempo. Por eso tengo ganas de volver a coger a mis hijos en brazos, y de recordar a mi padre.

jueves, 5 de septiembre de 2013

VERANO


Se acerca el final del verano y  estoy en una terraza junto al mar. Pido una cerveza muy fría. Mientras disfruto la risa de mi hija correteando por la arena, pocos metros más atrás unos bronceados cuerpos adolescentes celebran un punto de voleibol playa. Un velero cruza el mar armoniosamente y el sol ilumina un tranquilo día de playa. La brisa me golpea suavemente el rostro mientras saboreo cada trago de cerveza. Pienso en estas palabras, y en otras escritas en este mismo escenario hace ya mucho tiempo, sobre derrotas amargas que los años se han encargado de erosionar. El mismo lugar donde soñé cada verano con el verano perfecto. La canción que suena en el chiringuito es una vieja conocida “Ellas sueñan con él y el con irse muy lejos” ¡Ha pasado tanto tiempo! Mi hija se ensucia con el helado y sonríe, y yo con ella.

Recuerdo lejanos veranos  con días interminables vividos con entusiasmo  y noches suaves donde la temperatura invitaba a la calma, y a la tertulia.

 ¿Cómo atrapar los instantes de dicha? ¿Cómo describir estos perfumes que suelta la noche mediterránea y que destierran el desasosiego? Acuden a mi memoria amontonadas escenas de dicha que buscan la forma de ser vestidas con las palabras.  No hay manera.
 
Respirar hondo el olor de yodo marino y de sal de un viejo puerto pesquero. Distraerte con el monótono rumor del oleaje y viajar con la imaginación a tus paisajes preferidos. Escuchar de lejos el sonido de una orquesta cantando viejos boleros de amor mientras en la oscura playa descubres toda la poesía del Universo en la espléndida piel que tienes a tu lado.
 
El tiempo pasa y ha dejado en el desorden de la memoria todo tipo de emociones. También la frustración de no vivir algunos sueños que se quedaron en el camino. Pero pasó lo que tenía que pasar.
 
Ahora despierto  cada mañana con dos criaturas haciendo volteretas sobre mi cuerpo medio dormido mientras la primera luz de la mañana cruza mi ventana sin prisa.  De sus besos extraigo el aroma de su carne que me acompaña por estos días soleados y apacibles. En esto también consiste el verano.



 

martes, 27 de agosto de 2013

HACE 25 AÑOS


Hace 25 años yo escuchaba esto:
 


 
 
 
 Muchas de las canciones que se incluyen en estos tres discos (se llamaban LP’s) se grabaron en mi cerebro conectadas a mis pasiones en el verano de 1988. Estos tres discos formaron parte del intenso paisaje emocional  que viví en una tranquila playa mediterránea y no hay nada que pueda rescatar con tanta exactitud la complejidad de las experiencias sentimentales vividas hace tanto tiempo. El tiempo, que todo lo erosiona, aun no ha conseguido diluir los aromas y las sensaciones que inundaron mi mente aquel verano y aún fluyen en mi cerebro  con nostálgica ternura cada vez que escucho estas canciones.
Grabadas en unas cintas de cassette para que pudieran ser transportadas como parte del equipaje, estas canciones se pegaron en mi alma con tanta contundencia que aquel cielo llovido de estrellas, aquellas interminables tardes con la piel salada y  aquellos labios besados con furia vuelven a mi memoria con cada acorde.
¡Que misteriosa fuerza tiene la música para acompañar las pasiones y para resistir el paso de los años!
En un misterioso rincón de mi cerebro -he leído que es en la zona dorsal del córtex prefrontal medial- continua unido de forma enigmática un esplendoroso  atardecer  y una lejana canción de amor, pero solamente mi conciencia es capaz de recordarlo, saborearlo y entenderlo.

viernes, 2 de agosto de 2013

PLACERES


Cuando buceo en las aguas de mi memoria encuentro un espacio inconmensurable lleno de deseos, de recuerdos sentidos en soledad, una soledad poblada de sueños. Sobre estos recuerdos construye mi cerebro la ilusión de un yo, de una conciencia singular. A veces me gusta acunarme en algunos de los más placenteros. Aún me acuerdo, eran otros tiempos. Sí, aún consigo recordar algunos placeres…


-Saborear aquellos lejanos labios besados con sabor a fruta

-Aspirar el aroma de césped mojado en un caluroso día de agosto.

-Sentarte en la oscuridad de una sala de cine con la complicidad de aquella inocente novia.

-Pasear por un campo perfumado de azahar buscando la naranja perfecta que contenga el sabor perfecto.

-Contemplar el sol por la ventana mientras el aroma del café saluda un esplendido día de primavera.

-Exponer tu cara a la brisa marina a bordo de un barco que te ayudará a soñar intensos viajes y gloriosas batallas.

 -Abrasarte de pasión junto al mar en brazos de aquella novia prohibida

- Sumergirte en largas noches de fiesta con la sociabilidad por las nubes y con ilusiones desbordadas.

-Conversar con gente inteligente y querida bajo un cielo estrellado en espera de tiempos que llenen de pureza tu alma.

- Practicar deportes que te recuerden que tu cuerpo continua potente y sano, dispuesto para encarar nuevos retos.

-Rodearte de la carne sudada de una nueva amante.

-Disfrutar de  una fresca cerveza y un cigarrillo tras una refrescante ducha y en espera de una cena con buenas expectativas.

-Buscar la belleza definitiva.
 

El tiempo ha sustituido algunos de estos viejos placeres por otros más sosegados pero los diluirá todos cuando mi memoria desaparezca. Dicen que puede que llegue el día en que los recuerdos se puedan grabar fuera del cuerpo; la información neuronal pasará a información digital, en una especie de disco. No sé, no sé…

martes, 23 de julio de 2013

CITA DE SCHOPENHAUER


Con permiso de Samu voy a extraer de su blog ”Que vida esta” esta cita de Schopenhauer que aparece en su entrada “El absurdo”.  De un pesimismo duro y contundente. No me atrevo a añadir ni una palabra más.

 "Querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor. Cuanto más elevado es el ser, más sufre... La vida del hombre no es más que una lucha por la existencia, con la certidumbre de resultar vencido. La vida es una cacería incesante, donde los seres, unas veces cazadores y otras, cazados, se disputan las piltrafas de una horrible presa. Es una historia natural del dolor, que se resume así: querer sin motivo, sufrir siempre, luchar de continuo, y después morir... Y así sucesivamente por los siglos, de los siglos hasta que nuestro planeta se haga trizas".

miércoles, 17 de julio de 2013

CUALQUIER DÍA DE MEDIADOS DE JULIO


(Como he hablado de la felicidad en mis últimas entradas y estamos en estas fechas, he decidido colgar un breve texto que escribí a principios de los 90 sobre aquellos días en que los veranos eran interminables en estas playas del Mediterráneo)
 
 

Puede haber días más elegantes o más finos que estos días del mes de julio, pero es difícil imaginárselos, si salen buenos, más completos y extensos. 

Un sol redondo detrás del mar en calma anuncia a primeras horas de la mañana un espléndido saludo a un día de primera clase. El aire está limpio y la naturaleza mantiene toda su armonía  El sol aún no ha cuajado y una suave brisa te puede acariciar la piel si tienes la suerte de pasear por una de estas tranquilas playas mediterráneas. 

Un agradable almuerzo  y leer el periódico en cualquier sombra pueden ser disfrutados sin ninguna velocidad, mientras se acerca el mediodía. Ya en la playa, el sol escampa todo su poder por tu carne pero un baño diluirá su energía mientras conversaciones sobre lo cotidiano te alejan de cualquier tragedia. 

Un buen plato de paella, o de arroz al horno supone un auténtico deleite en cualquier terraza; hay buen apetito tras el baño y los sentidos están todos abiertos de par en par. Como no es un artículo gastronómico no hablaré, aunque lo merezca, del melón, que por estos días y en estas zonas están en todo su esplendor y plenitud. La sobremesa puede ir acompañada de una partida de cartas, yo prefiero el truc, pero puede sustituirse por una relajante siesta. 

A media tarde puede ser momento para otra visita a la playa. Puedes escuchar  buena música, leer una apasionante novela o disfrutar de una agradable compañía. Puedes perder la noción del tiempo con unos juegos en el agua; el  momento ha sido creado para la dicha y todos los poros de la sensibilidad estás preparados para recibirla. Arena, sol, mar y TÚ. Es muy difícil que la tristeza se siente a tu lado. 

El sol se vuelve rojizo y se marcha a iluminar otras partes del mundo, para volver a salir mañana con idéntica majestuosidad. Si eres un niño puedes jugar al fútbol hasta que los mosquitos hagan acto de presencia o tu madre te obligue a dar una ducha para cenar. Si ya lo fuiste, puedes pasear en bicicleta, o hacer ejercicios físicos más intensos pero no menos placenteros. Mientras, una maravillosa luz perfumada te permitirá recuperar viejos aromas que creías olvidados. 

Una enorme ducha te relaja, te refresca y tu cuerpo sabe que todo funciona bien, y que el día aún está lejos de terminar. Estás preparado para una deliciosa cena, compartida con gente querida. 

Después un helado y un breve paseo que te conducirá a olores salados a yodo marino que te recuerdan viejos barcos y puertos donde iniciaste lejanos viajes soñados. 

La temperatura aquí parece la inventada por la evolución para que el hombre celebre la naturaleza. Una sensación de bienestar se apodera de tu interior mientras las cigarras cantan y algún búho grita desde su vuelo. Largas tertulias con las estrellas adornando el cielo te llevarán por divertidas y ocurrentes conversaciones hasta altas horas de la madrugada, esto depende de tus obligaciones al día siguiente;  en cualquier caso merece la pena pasar un poco de sueño y apreciar lo que vale la pena estar vivo, y la enorme pena que es morir.  

Si comprendes que estos días están tasados y que no duran siempre;  si no andas distraído en otras prisas y caprichos, entonces entenderás que estos días, perfectos y baratos, son un regalo de la confitería divina y que DIOS no necesita más argumentos para expresarse. Solo cabe que el AZAR te obsequie con algún extra que sea una explosión de vida y de fiesta para todos tus sentidos, y que ya no olvidarás. 

Y...espera a que mañana una nueva luz llegue hasta tu cama.

 

FELICIDAD (II)


Dolor, miedo y conciencia de la muerte son los tres componentes de la infelicidad que propuso el profesor Jordi Agustí en unas conferencias realizadas en Tarragona en octubre de 2010 organizadas por Tercera Cultura. Creo que analizar estos factores desde una perspectiva evolucionista es la mejor manera de acercarse a entender el concepto de felicidad.
Para cualquier animal, el primer componente de la felicidad es la ausencia de dolor. El programa genético con el que nacen les impulsa a mantener el medio interno dentro de un intervalo óptimo para mantener sus estructuras en el tiempo y perpetuar así, sus genes. Cualquier alteración del equilibrio homeostático interno generará dolor del cual todo cerebro intenta huir, de la misma manera que cualquier intervalo óptimo del medio interno será asumido por el organismo como un estado placentero.
Además, algunos animales son capaces de anticipar situaciones futuras, apareciendo la sensación de miedo cuando se previenen sensaciones de dolor, es decir, futuros ataques que amenacen el bienestar o la supervivencia. Por tanto, la ausencia de miedo sería el segundo componente de la felicidad.
En el caso de los humanos, el máximo miedo se corresponde con la conciencia de la muerte que es la aniquilación total del organismo. El hombre tiene la certeza, al menos de momento, de la temporalidad de nuestro destino y de los que comparten nuestros intereses genéticos. También aquí se pueden añadir algunos casos de empatía que nos acercan emocionalmente a otros seres humanos.  Este miedo supremo, propio de la especie humana sería pues, el tercer factor que condiciona la felicidad.

Por tanto, la felicidad estará asociada a momentos de ausencia de dolor, - de ahí la importancia que le solemos dar a la salud-, de ausencia de miedo -no hay nada como la tranquilidad y la seguridad-, y de una sensación de lejanía de la muerte -aunque nunca estamos libres de ella, hay momentos donde uno cree que el tiempo no está tasado y es casi la eternidad lo que le queda por delante-.

En el ser humano, estas situaciones se dan sobre todo en edades donde el cuerpo está en su máximo esplendor, uno visita poco al médico y tiene miedo de pocas cosas y además intuye sublimes conquistas en el mundo en el que le ha tocado vivir.  Por tanto, es como si la naturaleza nos haya ofrecido sensaciones de felicidad máxima para aquellas situaciones donde el cuerpo se siente joven, sano y valiente. Y se experimentan sobre todo en las situaciones previas a las que uno espera la recompensa, es decir en la antesala de la felicidad. De ahí la frase de Punset “ la felicidad está en la sala de espera de la felicidad”.
Los organismos con reproducción sexual han sido fuertemente seleccionados para el sexo, y los que lo encuentran aburrido, no tienen muchas posibilidades de pasar el filtro de la selección natural. En el caso de los humanos, debido a las particulares condiciones en las que evolucionaron,  hizo que apareciera un fuerte sentimiento de apego por la pareja sexual, al menos durante unos años, que es el periodo que suele tardar la crianza de la prole. Este sentimiento, que denominamos amor, es el que mayor sensación de placer proporciona, y por tanto la anticipación de dicho placer, es decir, la ilusión de conquista, la lucha por la pareja para la reproducción es la que mayor sensación de júbilo proporciona, una autentica explosión hormonal que le hacen creer a uno un ser inmortal insensible al dolor y al miedo. Y lo contrario, la angustia del desamor, el miedo a la pérdida del ser amado ocasiona fuertes sentimientos de desasosiego y tristeza y una fuente inagotable de conflictos.  No hay más que revisar el arte, en cualquiera de sus manifestaciones, para darnos cuenta de cuál ha sido el motor que ha movido nuestra historia.

Tener el máximo estado de bienestar -ser feliz- es útil para el proceso de selección sexual, la eterna lucha de los hombres por las mujeres. Es en ese campo de batalla donde se han forjado la mayoría de las ilusiones por las que los humanos se han movido. Es en esta incansable lucha por conquistar fragmentos de ADN  donde se explican los deseos humanos que han construido nuestros mejores sueños. Que otra cosa es el poder, si no es la lucha por conseguir el mayor número de recursos para conseguir el mayor número de mujeres, aunque el ser humano haya sido capaz de desvincular el sexo con la reproducción- característica auténticamente exclusiva de nuestra especie-. ¿Qué es el dinero?,  Aristóteles Onassis , experto en  dinero, y en mujeres, dijo: “Si no existieran mujeres, todo el dinero del mundo dejaría de tener sentido”.
Todo esto porque los seres vivos buscamos un estado interno agradable, es decir, sentirnos  a gusto, con el cuerpo y con el mundo.  La selección natural nos ofreció para ello la ilusión de ser felices. Por lo menos durante algún tiempo.

sábado, 13 de julio de 2013

FELICIDAD (I)


“ A este mundo hemos venido a dos cosas: a ser felices y a hacer felices a los demás “.
Semejante perla podría haber salido de un  bondadoso católico convencido de que Dios nos ha puesto en el mundo con estas dos finalidades. El deber procedente del mandato divino nos indica cual es el objetivo que debemos cumplir para obrar bien y ganarnos su bendición.

Pero lo cierto es que la frase se la escuché a un convencido ateo, militante de izquierdas, que conversaba tranquilamente con un atento oyente en mitad de una acera. Era un bienintencionado progresista que continúa echando de menos su juventud  de finales de los 60 teñida de hipismo y buenas intenciones de paz y amor. También estos idealistas consideran que los humanos somos unos perfectos seres  a los que la naturaleza ha dotado de una bondad infinita y que es la cultura la que nos corrompe y nos dificulta llegar a tan generosos fines. Puede que Rousseau haya tenido parte de culpa.

Tanto el catolicismo como la izquierda más radical dan por supuesto una hipotética esencia humana que nos deja libres para que podamos elegir el futuro camino hacia un paraíso de acercamiento entre los humanos, o incluso entre todos los seres vivos. Las dos ideologías cuentan con un más o menos declarado dualismo en el que cabe un alma, que tiene poco de natural,  que viene sin mucho equipamiento de serie, es decir, somos al nacer una inocente tabla rasa que la educación va llenando de ideas más o menos acertadas.  Por tanto, es la “sociedad” la que nos impide ver nuestro sitio en el mundo y nos impide conseguir esta justicia divina o social en la que todos vivamos como camaradas, o como  hermanos. En ambos casos se nos insta a luchar por tan distinguidos ideales. Ambos casos necesitan de parecidos esfuerzos evangelizadores.
Una sencilla ojeada al mundo natural rechazaría inmediatamente esta idílica visión del reino animal. No  parece que los animales tengan una especial misión de hacer feliz a nadie, y mucho menos en el caso de depredadores. Si de humanos hablamos, la cosa no mejora mucho. No parece que la historia de la humanidad esté rebosante de ejemplos donde los seres humanos nos otorguemos nobles dosis de felicidad los unos a los otros. Más bien parece que nuestra historia está llena de ejemplos donde  las pasiones y los deseos “egoístas” de los lideres han encendido el motor de las revoluciones y han movido el destino de los pueblos.
Imaginemos estos ejemplos:
Dos socios comprensivos y solidarios que acaban de tener suerte en los negocios. Pónganles una importante suma de dinero en medio para repartir equitativamente, sobre todo si no han hecho un esfuerzo similar.
Dados dos amigos leales y eternos, pónganles una bella y tentadora mujer justo en medio.
Dos amigos ambiciosos y “generosos” representantes de la Iglesia o del Partido. Pónganles una importante cuota de poder por la que luchar.

En todos los casos actuarán motivados por su pasión más animal, sin mucho margen de libertad para la razón.  No creo que salga su bondad a relucir repartiendo felicidad y siguiendo el loable mandamiento que inicia este escrito; aunque serán perfectamente capaces de acudir al autoengaño más relajante para adornar su conciencia y creerse que en el fondo su actuación es más que correcta.
 La frase “la mayoría de los políticos actúan movidos por servir al pueblo de manera desinteresada” la pueden reservar para tertulias televisivas, pero no creo que corran buenos tiempos para defenderla; y estos años atrás las concejalías de Urbanismo y las de Asuntos Sociales no eran igual de atractivas. Aunque  nos intentaran vender que venían al mundo de la política a eso, a hacernos felices.
Cuando se habla de personas con parentesco familiar, con intereses genéticos comunes, es más frecuente encontrar conductas altruistas, y hay teorías biológicas al respecto. Sin embargo, la naturaleza humana permite tal variabilidad conductual que encontraremos excepciones para todos los gustos; pero cuando se provoca infelicidad a miembros de una misma familia siempre van acompañados de un desgarramiento de la conciencia mucho más difícil de soportar que cuando no se ven implicados padres, hijos o hermanos.
Con esto no quiero decir que el hombre sea malvado por naturaleza. Simplemente, que a este mundo no hemos venido a ser felices. Ni a procurar felicidad a los demás, como pretendía aleccionar el tranquilo transeúnte del que les hablo. Pero seguiremos con el tema.

jueves, 11 de julio de 2013

TIEMPO (II)


Un ser vivo está hecho de tiempo. Crece y se organiza a lo largo del tiempo en constante interacción con su entorno del que extrae orden, es decir, información.
La vida se instaló en este planeta cuando unas moléculas consiguieron replicarse y permanecer a lo largo del tiempo. Hacer muchas copias, no todas idénticas,  y seleccionar las que mejor funcionan, ésta es la lógica del mecanismo darwiniano que explica como la vida prosperó a lo largo de su aventura evolutiva. Así consiguieron los genes llenar el espacio y permanecer en el  tiempo. En un cierto momento, algunos seres vivos desarrollaron cerebros que permitían adaptarse mejor porque tenían memoria de lo que sucedía en un ambiente que cambia rápidamente. La información guardada en el ADN se complementa con la de la neuroquímica cerebral. Pero el cerebro, además de recordar, analiza, compara y realiza abstracciones capaces de inventar soluciones para los problemas a los que se enfrenta, y es muy útil compartir información. Así conseguimos desde hace unos diez mil años acumular información fuera de nuestros cuerpos, en forma de libros. Un cerebro pudo aprender de algo que escribió otro que murió muchos años atrás. Las canciones de amor pueden estar codificadas en forma de genes, de neuronas, o de palabras.
En la actualidad, en la llamada sociedad de la información, ésta se consigue y se comparte de forma instantánea a través de Internet. Los humanos cuelgan en la red cualquier ocurrencia de manera obsesiva para que tenga entidad más allá de su propio cuerpo. Incluso los científicos  lanzan mensajes interestelares con la esperanza de aliviar nuestra soledad cósmica.  Siempre con la finalidad de luchar contra el tiempo.
 La persistencia de la información a lo largo del tiempo es la obsesión del proceso vital.
Pero, en realidad, es el tiempo el mayor de los enigmas. Captar la esencia de lo que significa un millón de años o un solo segundo no está, aún, al alcance del ser humano.  Es el tiempo el que construye la singularidad de un cerebro. Es el tiempo el que todo lo deshace.

lunes, 8 de julio de 2013

"LA TABLA RASA" DE STEVEN PINKER

 
Steven Pinker en su imprescindible obra “La tabla rasa” combate tres dogmas que han dominado las ciencias sociales de los últimos años y que se han extendido más allá  del ámbito académico impregnando creencias éticas y políticas.
1.-“El hombre es una tabla rasa”, es decir, la mente no tiene características innatas y todo el conocimiento procede exclusivamente del aprendizaje, y por tanto de la cultura.
2.- “El buen salvaje”, hipótesis de Rousseau según la cual el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que lo corrompe.
3.-“El fantasma en la máquina”, o sea, la creencia de que existe un alma que toma decisiones sin tener en cuenta sus bases biológicas.


Pinker  rechaza la idea de que una base biológica de nuestro comportamiento suponga una amenaza contra la dignidad y los valores humanos y señala la necesidad de establecer puentes que unan la biología y la cultura. En el libro propone los siguientes:

1.- La psicología cognitiva, según la cual el mundo mental se puede asentar en el mundo físico mediante los conceptos de información, computación y retroalimentación
Según esta teoría, denominada teoría computacional de la mente es posible explicar los recuerdos, los deseos, las creencias sin invocar a ningún “fantasma en la maquina”.

2.- Las neurociencias cognitivas, nuestro mundo interior no es más que actividades fisiológicas de los tejidos cerebrales. El dualismo de Descartes no parece que goce de ningún prestigio en las neurociencias actuales.

3.- La genética conductual, que estudia la influencia de los genes en nuestra conducta. El estudio de gemelos univitelinos ha demostrado que algunas características mentales, y algunas enfermedades tradicionalmente reservadas a explicaciones ambientales tienen un componente genético importante.
La importancia de los genes en la organización del cerebro ha empezado a ser puesta de manifiesto en los últimos años y creo que continuará aumentando a medida que la genética molecular vaya creciendo.

4.- La psicología evolucionista, que pretende estudiar la historia filogenética y las funciones adaptativas de la mente. Al igual que el corazón o los ojos, la mente se desarrolló para solucionar problemas en la historia evolutiva de nuestros ancestros.
 
 
No sorprende que estas cuestiones sean objeto de numerosos y acalorados debates.

 

miércoles, 26 de junio de 2013

ESTE BLOG



En esta entrada, la número 100, voy a escribir precisamente sobre este blog. Desde un principio, en noviembre de 2010, me propuse que todas las entradas tuvieran una extensión limitada: algunas citas, alguna recomendación, breves reflexiones de pocas líneas, o artículos que se pudieran leer en pocos minutos, siempre de un tirón.

Un blog es más que un libro, e incluso, más de un libro. Puede contener imágenes, o animaciones, se pueden incluir videos o links directos a otros lugares con información diversa; pero además, un blog contiene varios libros que el lector puede configurar a su antojo. Cada etiqueta engloba una serie de artículos con una temática común y puede considerarse como un solo libro, pero se puede añadir etiquetas de contenido similar logrando así un libro más voluminoso. Cada lector puede escoger el orden de las entradas con las que puede organizar su libro a medida.
Muchos de los artículos de este blog tenían en principio la intención de incluirse en dos libros que tenía en mente.
Uno era Momentos de cine, o tal vez, Momentos de cine clásico, con los momentos más emocionantes que había vivido como espectador apasionado de cine. Trataba de reflexionar sobre las escenas que más me habían emocionado y que las incluía en una lista de mis diez películas preferidas . Esto se amplió con sentidos homenajes a mis diez actores y diez actrices preferidas. A esto se volvió a sumar algunos breves recorridos por diversos géneros resaltando de cada uno de ellos un ejemplo significativo de cada género, y también alguna entrada referente a la música de algunos films.
El otro libro quería llamarse “el determinismo y el libre albedrío”  y los artículos los he ido publicando bajo la etiqueta de “tercera cultura”. Son algunas de las paginas que tenia escritas sobre el que considero el principal problema filosófico, sobre el cual espero volver en próximas entradas. 
En el blog añadí otras etiquetas que han formado el núcleo de mis preocupaciones de los últimos años. Algunas entradas tienen un componente autobiográfico más o menos explícito que bucea en lo más profundo de mi memoria.

No sé si se recopilarán alguna vez en un formato impreso, no tengo ninguna aspiración de ser escritor de libros, ni de contactar con ningún editor. Pero un blog no necesita editor que juzgue la oportunidad o no de publicación. Todos podemos publicar lo que nos parezca oportuno. Por esto, la libertad para escribir es total. Nadie me hace indicaciones sobre la oportunidad o comercialidad de mis entradas; de hecho, algunas entradas las intenté camuflar rápidamente con nuevas entradas por una cuestión de estúpida timidez. Como si quisiera que fuera leído, pero por una minoría.
 No me prodigo en blogs, ni hago ningún esfuerzo para aumentar el número de visitantes. No escribo sobre política, ni sobre fútbol o sexo, que, sin duda, incrementarían el número de lectores y de comentarios. Simplemente, cuando cuelgo un post, tengo la sensación de que trasciende a mi memoria y tiene entidad propia. Ya no se perderá en el vacío de mi soledad, y a partir de ahí,  no depende de mí que exista alguien a quien le pueda interesar, aunque evidentemente me gusta recibir comentarios y provocar debates que me aporten ideas nuevas.
100 entradas, 99 comentarios. 26 seguidores y unas 62.000 visitas hasta el momento. Es lo que hay.
Mi intención es seguir hablando sobre cine clásico, sobre tercera cultura, o sobre la vida.  Desde la soledad de mi memoria.
 
 

sábado, 15 de junio de 2013

ESTUPIDEZ


No sé si algún día escribiré con la absoluta libertad que me merezco sobre la estupidez. Sin importarme el juicio del imbécil, del tonto malo que solo destaca en su mediocridad y en su capacidad de mentirse a sí mismo. La estupidez humana suele ir acompañada de una gran dosis de autoengaño, el cual es un rasgo del ser humano que no se ha tenido en cuenta lo que debería y que merece una reflexión aparte.

El estúpido se pasa el día buscando argumentos que llenen su cabeza hueca. Con bastante poco, alimentan su ego y salen a taladrar la cabeza a alguna víctima inocente. Porque el estúpido es, además, muy pesado. Siempre insiste. Le suele gustar ser protagonista, y llamar la atención. ¡Con que asombrosa naturalidad parecen disfrutar de los eventos sociales sin importarles la apestosa carga de inmoralidad que llevan encima! Su estupidez es producto de sus elevadas limitaciones afectivas debido a que fueron malparidos y luego malcriados. Porque además, suelen ser feos. Feos de alma. Feos de cojones. Es muy habitual en  los putos feos creerse más listos. Dicen que tuvieron que ser más listos para poder sobrevivir. Como si hubiera una selección natural de los más listos en la actualidad.
No creo que se reproduzcan más, pero, los feos ya no se mueren de feos, al contrario, viven bien, acaban situándose bien. Muchas veces se colocan de maestros. También en la universidad, faltaría más. O de periodistas. O de políticos. Los pueden encontrar en cualquier profesión. Todos se caracterizan porque hacen muy mal su trabajo; pero ellos se creen que son los mejores en lo suyo. Su poca lucidez la utilizan para buscar argumentos falaces que refuercen su estima y puedan dormir por la noche. Son capaces de destrozar todo lo que tocan pero pronto aparecen silbando como si ellos no tuvieran nada que ver. Al momento ya tienen el argumento para buscar un culpable y pregonar su receta que solucionaría el destrozo sin ser consciente de que lo acaban de provocar. Si polemizas con estos memos los puedes aniquilar en pocos minutos, porque tienen su capacidad de raciocinio muy limitada, pero pronto se alejan, huyen  buscando refugio desde el que vomitar a otro sus bobadas. Porque también son bobos. Y babean, y  les gusta enjabonar a alguien de vez en cuando y así consiguen que les escuche, pero los memos lo confunden con la generosidad. Pero como son envidiosos y acomplejados, tardan poco en volver a sacar su estúpida lengua venenosa.
 Por suerte hay camioneros, farmacéuticos o mecánicos que hacen bien su trabajo. Vendedoras que te venden un buen pan. O camareros que te sirven con amabilidad la cerveza. Gente con clase. No mucha. Puede que mañana piense otra cosa.

miércoles, 12 de junio de 2013

ANIMALIDAD



Desde hace algunos siglos, el hombre  ha intentado comprender el ser humano sin tener apenas en cuenta el animal humano. Dominados por un dualismo integrado en nuestro sistema cognitivo, tendemos a separar claramente el cuerpo del alma. Así, los médicos se ocuparon de los huesos y las vísceras y de las complejidades del alma humana lo hicieron la psicología, la historia, la economía, la sociología, la teología o la filosofía, entre otras disciplinas. Desde diferentes ángulos intentaron tantear el comportamiento humano dejando de lado su lado carnal.

 La verdadera revolución darwiniana consistió precisamente en considerar a nuestra especie como una más, sin una esencia particular que la distinguiera de las demás especies. La biología apareció como un intruso entre las disciplinas sociales que se habían encargado del estudio de lo humano, y tardó en calar en la intelectualidad imperante y dualista. Ser darwinista en ciencias sociales era inmoral además de falso; el hombre, al ser fundamentalmente cultural, solo podía explicarse desde la cultura. A esta situación se resistió la Sociobiología (1975) propuesta por Wilson, y  recientemente la nueva Psicología evolucionista. La principal novedad consiste en incorporar en nuestro patrimonio cognitivo un imprescindible concepto: nuestra animalidad.

Tener en cuenta nuestra condición animal, nuestro origen simio; aceptar que también el conocimiento, el lenguaje o la razón tienen un origen evolutivo. Tener presente que nuestro cerebro está diseñado para gestionar de la mejor manera nuestro cuerpo, y que su empeño por sobrevivir le anima a seguir, a menudo, impulsos irrefrenables que, solo  a posteriori, intenta racionalizar. Compartimos con los animales mucho más que un diseño estructural; nuestras necesidades son las mismas y nuestro origen también. Nuestra condición de animal está presente en nuestra compleja actividad, y por esto conviene tenerla en cuenta en cualquier estudio sobre el hombre.

Si a esto añadimos el importante impulso de las neurociencias en el presente siglo, que ha llevado a desterrar de nuestra condición alguna de nuestras más arraigadas ilusiones como, precisamente, nuestra mente dualista, entenderemos el surgimiento del prefijo neuro en diversas disciplinas de humanidades que estuvieron lejos de la ciencia.

Desentrañar la complicadísima maquinaria bioquímica de nuestro cerebro, no olvidar nuestra condición animal que nos emparenta con los demás animales, especialmente con los primates, son necesarias para hacer que el humano sea más comprensible, que no más razonable.


lunes, 10 de junio de 2013

CINE DE RISA

 
Según el neurobiólogo Robert Provine, la risa es un “balbuceo lúdico, instintivo, contagioso, estereotipado y de control subconsciente —o involuntario— que raramente se produce en soledad”. Es por esto que la risa es más placentera cuando se comparte, cuando se contagia. Las neuronas espejo, que nos ayudan a ponernos en el lugar del otro, se activan cuando oímos risas invitándonos  a unirnos, sobre todo en presencia de personas de nuestro agrado

La risa es también la expresión compartida de alivio, de ausencia de miedo, una señal de confianza hacia los demás eliminando cualquier atisbo de agresividad. Pero ante todo es un comportamiento social, reforzamos nuestros afectos cuando nos reímos, porque la risa es una manifestación de nuestra intención de mantener lazos de unión con los demás.

Así pues, la soledad no es buena compañera de la risa; de ahí la exclamación de Cioran  “Todo el mundo me exaspera, pero me gusta reír, y no puedo reír solo”.

Por esto se disfrutaba tanto en las salas de cine cuando prácticamente toda la sala compartía la carcajada. Pocas cosas hay más contagiosas que un niño riendo tiernamente ante una pantalla. Y por esto, durante mi niñez, las comedias se llamaban películas de risa. Durante esa época, en televisión se ofrecía a menudo, “momentos de cine cómico”, y era frecuente encontrar a varios niños vecinos, compartiendo merienda y risas sentados en el suelo frente al televisor de cualquier casa.


Desde los primeros tiempos del cine mudo los cómicos han buscado el entretenimiento provocando la risa con toda clase de gags absurdos repletos de tartas y de golpes. Harold Lloyd, Buster Keaton, Charles Chaplin, Oliver y Hardy, se convirtieron en los principales nombres del cine en sus inicios.

Cuando el cine se hizo sonoro, aumentó sus posibilidades para la comedia y, en un principio, se apoderó de la palabra el genio de Groucho Marx. Aunque las películas con sus hermanos no envejecieron muy bien, entorpecidas sobre todo por unos números musicales que interrumpen el ritmo, quedan muchas de sus secuencias para la lista de los disparates más provocadores de risa que dejó el cine clásico.

Entre ellas destaca  Sopa de ganso, de1933, una alocada comedia que la crítica acoge ahora como una de las mejores películas de los hermanos Marx, y también del genero de la comedia. Sin embargo supuso tal fracaso de taquilla en su momento que la Paramount les rescindió el contrato, obligándolos a marcharse a Hollywood; ficharon por la MGM y protagonizaron nada menos que Una noche en la ópera y Un dia en las carreras.

Sopa de ganso, trata, es un decir, de un estado llamado Freedonia donde eligen como presidente a Groucho. En sus 70 minutos de duración contiene una larga cantidad de momentos muy divertidos, desde el numero de los tres sombreros hasta la que considero la cumbre del gag: la secuencia de los espejos donde Groucho, con gorro de dormir, camisón, bigote y cigarro se sitúa delante de un inexistente espejo. Imagino que ya la habrán visto, de lo contrario, les aconsejo que busquen la secuencia, o la película. Los hermanos disparan todo tipo de armas, contra todo tipo de enemigos y contra la señora Dumont, blanco perfecto para el afilado verbo de Groucho.

Para terminar, una anécdota que no sé si conocerán: una ciudad del estado de Nueva York llamada Fredonia protestó por la utilización en el film de Freedonia para dar nombre a un estado. Los Marx contestaron, “Cambien el nombre de su ciudad, perjudica nuestra película”

 

domingo, 9 de junio de 2013

GENEROSIDAD

 
 

Cae una fina lluvia mansa sobre la oscuridad de mi ciudad y todo parece estar tranquilo.

Les observo mientras duermen con la elegante generosidad del verdadero amor.

He cruzado océanos de tiempo para poder entregarles todo cuanto sé.
 
 

lunes, 27 de mayo de 2013

ACTORES Y ACTRICES (II)

Los alumnos que acaban ahora el bachillerato no han visto prácticamente ninguna película en blanco y negro, y por supuesto, no han oído hablar de James Stewart o de Ingrid Bergman. Pero los estudiantes no entenderán la historia del siglo XX  sin comprender la fascinación que fueron capaces de despertar un buen puñado de estrellas del celuloide.
 
En los sueños de medio mundo siempre ha habido instantes en que la mayor gloria consistía en rescatar de la jauría a una Marilyn herida de cualquier ciudad del mundo. Toda la poesía del universo consistía en comerse un plato de spaguetti  junto a la mirada vencedora de Sofia Loren con una sonrisa abierta. También te hubiera gustado correr alguna pillería compartiendo sonrisas y cervezas con Paul Newman o Burt Lancaster, o vestir un elegante traje al lado del Redford más guapo, o diluir en un whisky tu última derrota junto a Bogart en la madrugada de un bar.  Entre los anhelos masculinos, uno de los favoritos hubiera sido coincidir en algún sarao nocturno con Ava Gardner;o con la dulce Audrey Hepburn en el escaparate de Tyfannis, en una madrugada de resaca  y llevarla a la chocolatería más cercana a entenderla mientras mojas unos churros.  

Los hombres que nacieron durante nuestra guerra civil, vieron en el brazo y en la cabellera de Rita Hayworth o en los bailes de Silvana Mangano un río de sexualidad que despertó sus impulsos más profundos;  a la vez se enamoraron de la bondadosa Joan Fontaine convertida en Rebeca. Las siguientes generaciones que disfrutaron del cine durante el siglo XX continuaron disfrutando del glamour de las grandes estrellas.

Gary Cooper,Gregory Peck, Clark Gable, Kirk Douglas, o Clint Eastwood entre muchísimos otros, transmitían a sus personajes una personalidad y un estilo que podría servirte como referente para encarar tus futuros proyectos  o ayudarte a sobrevivir en cualquier combate de tu vida mientras escuchabas música del eterno Sinatra.
La sensualidad y el aroma de Gene Tierney , Angie Dickinson, Natalie Wood, Romy Schneider, Claudia Cardinale o de las más recientes Michelle Pfeiffer, o Julia Roberts han acariciado el gesto de los espectadores de varias generaciones que llenaron las salas de cine.
Pertenecen a una época en que el cine y sus estrellas tenían una hipnótica atracción hacia el público. En su vida real podrían ser unos estúpidos, pero sus personajes tenían estilo, sensualidad, belleza, categoría moral y una insólita forma de ser y de sentir  que los hacían poderosamente fascinantes y distinguibles del resto de los mortales. Constituían la esencia del cine, del genuino cine clásico.   Ahora supongo que la esencia reside en la tecnología informática y sus efectos visuales y sonoros, o ruidosos.