Un meteorito cruza el espacio y arde un instante antes de
esconderse definitivamente en la
oscuridad del cosmos.
Mientras observo a mis hijos intento atrapar algunos de los recuerdos
más lejanos de mi memoria y me aparecen asociados
con la serena figura de mi padre. Ahí están aquel olor a césped mojado del campo de fútbol
que se confundía con el procedente de la fábrica de calzados vecina. Mis
primeros contactos con la inmensidad del mar desde sus brazos. Aquellos viajes
sentado a su lado en un autobús en el que ya soñaba en silencio y en soledad
mientras el frio cristal de la ventana golpeteaba mi cabeza. Intento rescatar el
recuerdo de mi padre en cada inmersión al centro de mi memoria. Ahí dentro
están sus juegos y sus bromas, sus besos, su lealtad y su generosidad infinita.
Desde entonces, todas las pasiones y todos los miedos se han
ido amontonando alrededor de aquel niño inocente que ahora todavía puedo
recordar. Sobre ese núcleo feliz se
fueron forjando una nube de ilusiones
que conformaron mi identidad, que resiste como puede el paso de las décadas. Ilusiones
rotas, amores erosionados, sueños fracasados, aventuras frustradas, todo se ha
ido comprimiendo en mi cerebro junto a nuevas ilusiones y nuevos proyectos más
serenos. Vuelvo a mirar a mis hijos y
pienso en lo que puedo hacer por ellos. Vuelvo a pensar en mi padre con enorme
admiración.
Pero todos los recuerdos que forman mi conciencia
desaparecerán algún día, y desde una perspectiva cósmica mi memoria será como el breve brillo de un meteorito que arde de manera
fugaz en algún lugar del cielo para luego desaparecer en la inmensidad del
Tiempo. Por eso tengo ganas de volver a coger a mis hijos en brazos, y de
recordar a mi padre.
Realmente precioso todo lo que cuentas. Comparto tus emociones totalmente Yo recuerdo mi infancia con cierta melancolía. Fui muy feliz durante aquellos años en los que todo era inocencia, y en los que me sentía protegida y muy querida por mis padres y mis hermanos. Ahora intento que mi hija sienta en su persona, todas aquellas maravillosas sensaciones que yo sentí cuando era niña. Espero que cuando se haga mayor recuerde su infancia como yo la recuerdo. Un abrazo!!
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
EliminarUna entrada preciosa, Miquel.
ResponderEliminarGracias por tus palabras y por visitar el blog de vez en cuando. Un saludo.
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