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jueves, 27 de febrero de 2014

AZAR


¿Quién eligió al espermatozoide y al óvulo que nos proporcionaron nuestra información genética? ¿Y la época en que nos tocó nacer? ¿Decidieron nuestros padres el colegio donde realizamos nuestros primeros estudios, o dependía del lugar de trabajo que, a su vez, dependía de un jefe y de muchas casualidades más? ¿Eligió usted, querido lector, el barrio donde creció y los vecinos que luego se convirtieron en sus amigos? ¿Y la ciudad donde creció?

Los profesores que hemos tenido en nuestra etapa educativa, y que en muchas ocasiones marcaron nuestras preferencias profesionales dependían de unas oposiciones que aprobaron al sacar una bola al azar, una bolita de un bingo de juguete metida dentro de un saco.  ¿De cuantas rocambolescas casualidades dependió aquel trabajo que tuvimos en una época, que nos permitió conocer a alguien muy importante que determinó el curso de los acontecimientos posteriores? ¿Qué casualidad nos llevó a cruzarnos con un vendedor de pisos que nos convenció y que hizo que nuestra vida transcurriera en un lugar determinado? ¿Cuánto habrían cambiado las cosas si aquella noche del sábado no hubiéramos estado allí?

Una jeringuilla contaminada con un virus maligno en un hospital de otras épocas se cruza con un paciente y ya nada será igual. La vida del desafortunado inocente, y la de todos sus allegados estará trágicamente marcada por ese casual contagio.

Coger el vagón de metro que será objeto de un atentado terrorista depende de pocos segundos. Atarse el cordón de los zapatos, o pararse a comprar el periódico puede permitirnos coger este metro o el siguiente. Pero nada será igual.

Un simple resfriado le permitió a Marta conocer a Luis, su médico y posteriormente su esposo. Marta se resfrió porque fue contagiado por un desconocido niño que viajaba a su lado en el autobús  y al que nunca volvió a ver. Sin ese virus no existiría Laura, la hija de Luis y de Marta.

Algunos segundos parecen determinantes para provocar cambios drásticos en nuestras vidas, pero ¿tienen más importancia unos segundos que otros en el devenir de los acontecimientos? ¿Por qué?

Claro, existen casualidades. Pero hay algún momento en tu vida que no esté marcado por la casualidad. Nada de lo que estás haciendo ahora hubiera ocurrido si el número agraciado con el gordo de la lotería en las últimas navidades hubiera sido el tuyo. ¿Por qué nuestras vidas dependen tantas veces de lo que ocurre con el azar?

 ¿De qué depende todo? ¿Está todo ligado al azar? ¿O, simplemente, no existe?