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domingo, 19 de abril de 2015

IDEA

No hay nada más potente y definitivo que la revolucionaria idea darwiniana de que todos los seres vivos tienen un mismo origen, un mismo impulso vital y un mismo fin. En esencia, un microbio, una tortuga, un pingüino o un ser humano comparten la misma historia de amor.

Pero el principal misterio radica en que esta idea forma parte de los pensamientos que recorren el cerebro de un hombre en mitad de la noche.