Buscar este blog

sábado, 11 de junio de 2016

ILUSIÓN

Un hombre sin ilusión es como una chatarra inútil vagando por un universo inútil. Necesita agarrarse a alguna idea, a alguna motivación para dejar de parecer un objeto errático. 

Venimos equipados de serie para jugar a ser felices mientras crecemos; después, la edad y el esplendor de un cuerpo inocente, fuerte y bello te hacen sentirte inmortal, con una misión que cumplir. La ilusión te desborda y esperas lo mejor. Aun añoras a aquel adolescente que, desde la cubierta de un barco, contemplaba un horizonte al que se unía un cielo con asombrosos colores y un excitante futuro por descubrir.


Durante unos años, la búsqueda de sueños e ilusiones te mantienen en pie, y algunos dicen encontrar un sentido a la vida. Pero nos comportamos de forma automática y ciega guiados por motivaciones seleccionadas por la evolución durante millones de años. De todas formas, con un poco de suerte, puede que te hayas bañado alguna vez en un río de emociones que te hicieron vibrar, sonreír e incluso llorar de alegría. Y puede que la brisa marina haya acariciado tu cuerpo mojado y salado en una calurosa tarde de julio compartido con un rostro bronceado y espléndido. Pero  el tiempo lo absorbe todo y acaba arrojándote a la soledad de tu conciencia. Entonces debes buscar en cualquier rincón una belleza sublime  a la que aferrarte. Solo así te mantendrás vivo.

lunes, 6 de junio de 2016

LA EVOLUCIÓN DE LA INTELIGENCIA Y LA SELECCIÓN “DESBOCADA”

En el recomendable blog La nueva ilustración evolucionista aparece una entrada donde Pitiklinov comenta una nueva hipótesis para explicar el extraordinario incremento de la inteligencia en nuestra especie. Los autores Steven Piantadosi y Celeste Kidd proponen que la crianza de la descendencia fue el principal factor que desencadenó una inteligencia desproporcionada para las necesidades de supervivencia de nuestros antepasados. Según estos autores se produjo lo que se denomina selección desbocada, que funciona del siguiente modo;
Los humanos nacen en un estado muy inmaduro para que puedan pasar por el canal del parto, lo cual lleva a que la inversión parental sea muy alta y muy exigente; los padres necesitarían de una gran inteligencia para llevar adelante la crianza, que a su vez conduce a un mayor tamaño cerebral, que implicaría una mayor inmadurez en el momento del parto, que de nuevo conduce a mayor inversión parental, y así sucesivamente. En otras palabras, una mayor inmadurez en el parto favoreció una mayor inteligencia en adultos, que a su vez implicaba mayor inmadurez en los neonatos que precisaban un cerebro mayor, cerrando así un circulo virtuoso. Los autores aportan también una correlación entre el tiempo de destete y la inteligencia en diferentes especies de primates estudiados.

Por cierto, este esfuerzo para la crianza de bebés inmaduros favorecería unos fuertes vínculos entre la pareja y entre los padres y los hijos. El amor entre parejas y el amor materno-filial estarían en este caso anclados en lo más profundo de nuestra naturaleza.

Esta hipótesis no tiene porqué ser incompatible con la existencia de otros factores que interactuaron para favorecer la explosión de inteligencia que se produjo hace unos millones de años y que nos distanció de otros primates. La necesidad de crear grupos sociales para mejorar la caza y la defensa de los depredadores, la selección sexual, las posibilidades tecnológicas que ofrecían las manos libres y prensiles, el aumento del tiempo de crianza, todos estos factores pudieron, junto a otros,  actuar conjuntamente para favorecer un cerebro sofisticado que les dotaba de una gran inteligencia. Y en todos ellos se pudo dar este efecto de selección “desbocada” o en “cascada” que gracias a la retroalimentación positiva que se produce, puede explicar los impresionantes logros que se han producido en nuestra historia evolutiva.

Para el lector interesado, les dejo algunas entradas de este blog que abordan este tema: